¿Es el Pit Bull una raza agresiva?
Negar que los perros Pitbull pertenecen a una raza canina con un alto índice de agresividad, solo puede ser el reflejo de un desconocimiento alarmante de la genética y de la cinofilia. Veamos en qué nos basamos para afirmar que American Pit Bull terrier es una raza agresiva.
¿Qué factores determinan la agresividad de un Pit Bull?
El comportamiento de todo individuo sin importar la especie a la que pertenezca siempre está regido por dos únicos factores:
- Genética
- Ambiente.
Genética refiere a las características heredadas, tanto físicas como comportamentales siendo en este último caso, el temperamento una de ellas.
Ambiente refiere a las experiencias que el individuo en cuestión vivirá en el transcurso de su vida y especialmente en sus primeras etapas, refiere también al medio en el que se desarrollará y a las situaciones a las que estará expuesto en el transcurso de su vida y que como consecuencia directa lo llevarán a comportarse de un determinado modo ante las distintas circunstancias.
Teniendo en mente esta muy sucinta y básica explicación de la génesis de la conducta de un ser vivo podemos comenzar a entender que la respuesta a lo que parece una simple pregunta, no es tan sencilla de responder.
El origen agresivo de los Pit Bull
Para entender esta raza canina hay que conocer su origen. Los denominados Pit Bull son descendientes del Staffordshire Bull Terrier que era el perro de combate inglés y que, como no podía ser de otra manera, en los EEUU se los cruzó con otros perros de combate.
Los criadores americanos obtuvieron una variedad más grande, más vigoroso y, obviamente, más agresiva. Tanto es así que actualmente el Staffordshire Bull Terrier inglés y el American Staffordshire Terrier se los considera dos razas distintas.
Los organismos de regulación de la cinofilia internacional indican que estimular las tendencias agresivas de la variedad americana (American Staffordshire Terrier) es una práctica condenable por la potencial peligrosidad que presentarían estos animales.
Extensión de la raza a nivel global
Debido al aumento de la violencia en las distintas sociedades a nivel mundial, la incentivación a través de películas y series donde los hombres violentos cercanos al narcotráfico y los cantantes de las nuevas generaciones lo tienen como animal preferido es que el Pit Bull ha logrado una gran popularidad entre muchísima gente, principalmente hombres.
Esto ha llevado a que se convirtiera en un excelente negocio la cría indiscriminada de esta raza y a que dicha crianza sea realizada por personas que, contrario a lo aconsejado por las autoridades cinológicas internacionales, intentan exacerbar cada vez más la carga genética de agresividad de los animales que producen. Obviamente, porque el mercado, o sea, los potenciales compradores, así lo requieren y/o solicitan.
Conclusión
Entonces, ¿Es el Pit Bull un raza agresiva?. Por supuesto que lo es. Quien quiera pensar o decir lo contrario, tendrán sus razones pero seguramente y a mi juicio personal, lo harán en virtud de sus propias alteraciones psicológicas o movidos por el negocio que representa la cría y posterior venta de estos animales.
Lo que es un hecho irrefutable es que, desde la ciencia, es imposible plantear que esta raza canina no es una raza con una excesiva carga genética de agresividad que además va acompañada de características físicas formidables como por ejemplo su desarrollo muscular, su potencia de mordida y resistencia al dolor, todas estas características físicas que también han sido buscadas y potenciadas a través de la cría de esta raza.
¿Todo esto hace que un perro Pit Bull sea un asesino potencial? Por supuesto que no y como se podrá ver en otras notas en este mismo blog, una crianza realizada por una persona equilibrada, conocedora del potencial de su perro y que aplica correctamente las pautas de crianza de un cachorro de Pit Bull podrá tener un perro equilibrado y seguro, dentro de la seguridad que se puede esperar por parte de cualquier animal pues si algunos seres humanos presentan reacciones impredecibles con más razón aún puede esperarse una acción semejante de parte de un animal.
“No es coherente ni efectivo para corregir una alteración conductual en un animal doméstico de compañía que dicho animal sea el único que deba aprender a comportarse. Las personas con las que convive también deben aprender a comportarse como corresponde para con él.
Los animales son seres vivos y como tales tienen sentimientos y pautas de conducta propias de la especie a las que pertenecen. Sólo conociendo las mismas y respetándolas, se puede lograr una convivencia armoniosa y agradable con ellos”.